Por Curtis E. Hinkle, fundador de la OII

Nuestras sociedades han aceptado una construcción binaria entre varón y mujer que no refleja la realidad natural y la gran variedad de sexos posibles que se solapan en diferentes grados en un abanico con varón en un extremo y mujer en el otro. La división arbitraria del sexo biológico en sólo dos categorías hace que toda determinación precisa del sexo de un individuo sea problemática. Ni los órganos genitales, ni los cromosomas nos ayudan a determinar el "verdadero" sexo de un bebé. Las gónadas, las hormonas y el aparato reproductor interno del menor no son indicadores fiables para determinar definitivamente el sexo del menor. Cada recién nacido nace con una combinación única de todos estos factores y las diferentes combinaciones posibles son muy numerosas, lo que hace que toda asignación de sexo para un menor no sea más que una simple conjetura.

Militamos en contra de toda intervención quirúrgica hacia los recién nacidos con órganos genitales atípicos que no sea médicamente necesaria y militamos por el derecho de cada menor intersexual para determinar su propia identidad sexual una vez pueda comunicárnosla. Más aún aconsejamos a los padres que respeten la identidad sexual de sus hijes y hagan todo lo necesario para que el menor pueda vivir según su elección.

Una vez que el menor nos ha comunicado claramente su identidad sexual, es esencial que su identidad sea respetada tanto por los padres como por los médicos y terapeutas que tratan al menor. Deberíamos hacer todo lo posible por ayudarle en su elección, dándole acceso a las hormonas en la pubertad y a los tratamientos médicos necesarios para facilitarle la vida en el sexo que ha considerado más apropiado.

Por consiguiente, militamos a favor de un cambio en el actual protocolo médico en lo concerniente a la intervención quirúrgica y en contra del diagnóstico de disforia de género en individuos intersexuales que sienten que se les ha asignado un sexo incorrecto. La Organización Internacional de Intersexuales defiende que el verdadero sexo del menor esté determinado por sus propias percepciones psicológicas internas y que el derecho de la persona intersexual individual a afirmar su propio sexo sin ninguna interferencia médica o gubernamental sea un derecho humano básico.